UN ESPACIO PARA VIVIR LA GASTRONOMIA

La gente nos pregunta cómo llegamos a montar una escuela de cocina. Lo cierto es que podríamos habernos inventado una historia romántica y bohemia, pero en verdad fue por un cúmulo de casualidades, como pasa con casi todas las cosas fabulosas. La cuestión no es cómo llegamos hasta Hestia Lucentum, la cuestión es ¿qué ha supuesto Hestia Lucentum en nuestras vidas?.

Después de ser la tercera generación dedicada a la HOSTELERIA, y lo destaco en mayúsculas por que es un oficio bonito, sacrificado y por encima de todo dedicado, los hermanos Seva Lozano , Jaime, José y Roberto, llegamos hasta Hestia baqueados en el oficio, atrás quedaban el Bar Avenida en San Vicente del Raspeig donde nos criamos, crecimos y cambiamos junto a nuestros padres Santi y Lolita, en indisoluble comunión con nuestro negocio familiar. En el y por su puesto de la mano de nuestros padres, aprendimos el amor por los productos de calidad, el esmero y cariño en su preparación, aprendimos también a encajar el sacrificio, la importancia del servicio y la dedicación a tus clientes, y aunque en aquella época no éramos conscientes, os puedo garantizar que lo aprendimos.

Después vendrían la ilusión de nuestro primer restaurante, Lolita, también en San Vicente del Raspeig, un lugar donde continuamos aprendiendo y en el que nos vimos forzados a poner en practica nuestra capacidad de sacrificio unida a grandes dosis de resiliencia. Lolita se llamó así por nuestra madre cocinera con mayúsculas de las que ya no quedan, un ángel qué nos arrancó el cáncer, pero que nos dejó tanto que es imposible dejar de recordar cada día.

También estuvimos tentados de llamar a nuestro primer restaurante El Peixet, ese fue el apodo que se ganó nuestro padre Santi en el Bar Manolín, el que había frente a la Plaza de Toros y lo hizo después de vender dos ranchos de “pescaito” frito, ya que por error lo habían pedido por duplicado. Santi era todo corazón y empuje, una locomotora, un gigante de menos de metro setenta que junto a nuestra madre formaban el tándem perfecto.

Después del Lolita en San Vicente, vendría el Lolita de la calle San Francisco en el centro de Alicante, allí saboreamos las mieles del trabajo acumulado y continuamos aprendiendo. El cambio a la capital, nos permitió idear y montar nuestra escuela y fue enseñando donde mas aprendimos. Aprendimos de todas y cada una de las personas que se acercaron hasta Hestia, de los cocineros y cocineras que nos mostraron nuevos caminos, como Tomás, Juanfran, Andrea, Vicky, Lena y muchos más y también colaboradores como Margarita y Manuel.

Y así continuamos, aprendiendo cada día para permitirnos el lujo de enseñar mejor.

Pero no hemos contestado a nuestra pregunta inicial ¿qué ha supuesto Hestia Lucentum en nuestras vidas?, básicamente FELICIDAD.